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El viejo empleo para toda la vida ya no existe
Trabajos eran los de antes
La creciente demanda de ocupaciones ligadas a nuevos sectores de la economía del conocimiento, los cambios tecnológicos en la base de la actividad productiva que generan modificaciones en las ocupaciones tradicionales, aun en las menos calificadas, y los cambios de organización de las empresas que derivan en distintas formas de realizar las tareas y agregan niveles de calificación y requisitos que antes no existían, son algunos de los factores ligados al mercado laboral y a la creación de nuevos oficios en la Argentina.
No se puede dejar de señalar, desde luego, que éstos se producen en un país que hace una década tenía una tasa de desocupación en el orden de 6%, y que luego de alcanzar picos superiores a 18%, llegó hace un año a la cifra de 14,5 %, es decir a un total de 1,9 millón de desocupados.
Hay, además, otros dos millones de personas subocupadas, en un país con 14 millones de pobres. El panorama no es alentador, ya que según estimaciones oficiales del Indec, dentro de una década esa cifra se habrá engrosado hasta alcanzar los 2,7 millones de desocupados. A los cambios que se producen en el mercado laboral y los puestos de trabajo, deben sumarse las profesiones tradicionales que hoy tienen contenidos específicos con especialidades que hace diez años no existían. Hay, por ejemplo, abogados laboralistas que se especializan en las problemáticas que surgen de los procesos de integración, en resolver convenios colectivos de trabajo plurinacionales, o en rubros como fusiones y adquisiciones. Habría que agregar la enorme influencia de nuevas tecnologías en otras profesiones tradicionales como medicina, por citar sólo un ejemplo.
Para Mauricio Farberman, especialista en selección de personal jerárquico, hay oficios que prácticamente se rehicieron a sí mismos.
"Antes, el director de arte en publicidad o en un medio gráfico explica se la pasaba haciendo bocetos. Hoy, con los programas de computación, no necesita ser un experto dibujante. Tampoco hay que olvidarse de Internet, que para sus contenidos necesitó recurrir a gente del periodismo para la redacción y de la publicidad para los diseños gráficos de los portales".
Además de la especialización laboral, deben agregarse otras competencias. "Son cada vez más necesarias la cooperación y el trabajo en equipo, que hoy es más complejo afirma Joaquín Sorondo, gerente de recursos humanos de Argencard. Ya nadie puede decir que lo sabe todo.
Uno de los roles fundamentales de un gerente actualizado es su capacidad de liderar una tarea integradora y poder él mismo trabajar en equipo con sus pares. Ya no alcanza con tener visión gerencial; también se requiere ser un motivador". La capacidad de cambio, la flexibilidad, la orientación al cliente, la innovación, la cooperación, el trabajo en equipo y el desarrollo de las personas son, para Sorondo, las más destacadas competencias que se requieren hoy. "En la Argentina las empresas funcionaban como cotos de caza orientados al producto y no al cliente. Desde hace unos años esa situación se revirtió totalmente y ya no hay más clientes cautivos.
Como consecuencia de eso en una situación de empleo normal las empresas compiten y brindan capacitación para mejorar los recursos humanos. Antes esto era un gasto y hoy es una inversión. Y a los mejores se los roban entre empresas".
Juan Carlos Cuccaro, psicólogo y director fundador de Procorde (Profesionales de la Coordinación Humana en la Empresa), entiende que "la flexibilización y la polivalencia funcional, y el desarrollo de nuevas calificaciones orientadas a la atención del cliente, son exigencias que explican el auge del sector de servicios.
Por otra parte, hoy, el mercado laboral convoca inevitablemente a un cambio de actitud de las personas porque ya quedó atrás el empleo vitalicio de tiempo completo. La gente que fue expelida del sistema productivo formal se ve obligada a recomponer su vida desarrollando una amplia y sorpresiva gama de actividades. Y, en cualquier caso, es esencial sacar a la luz el potencial de recursos humanos y la capacidad de innovación y adaptación".
Los cambios se dan, entonces, en toda la estructura ocupacional y en los contenidos de los oficios y profesiones, aun las más tradicionales, como resultantes de las modificaciones tecnológicas y de organización. Estos cambios que, además, se dan a escala mundial, en la Argentina se producen junto a un proceso de apertura de la economía y de desregulación de los mercados que genera una situación inédita en el país. "No podemos hablar de nuevos oficios sin dejar de señalar que el trabajo concebido a la manera tradicional, el trabajo asalariado con un contrato de duración indeterminada, cambió radicalmente, explica Ernesto Kritz, director ejecutivo de SEL (Sociedad de Estudios Laborales). Están pasando dos cosas: los puestos estables se transforman en puestos temporales, y el tipo de contratación pasa de la relación de dependencia por tiempo indeterminado a un contrato de tipo comercial que, por lo tanto, no está sujeto a las leyes laborales". Según estimaciones del Anses, hay en la actualidad 16% de autónomos, es decir, 1,9 millón de personas. Cifra que llegará alrededor de los 4,8 millones en una década, lo que implicará una tasa de 32%. A su vez, una investigación realizada en 1999 por Demoskopía (Instituto para la Investigación de Mercados y Estudios Políticos) a pedido del Deutsche Bank, asegura que 25% de los adultos son cuentapropistas. "Habría que aclarar puntualiza Kritz que muchos trabajadores que hasta hace poco eran asalariados, hoy aparecen como autónomos, pero se trata de una autonomía muy restringida. En el fondo es una relación asalariada encubierta".
También existe un nuevo tipo de empresas de servicios especialmente locales o personales. "En estos casos se crearon empleos nuevos pero, ampliando el concepto, se está generando trabajo en general porque muchos son microemprendimientos familiares", evalúa Julio Godio, sociólogo y director del Instituto del Mundo del Trabajo.
Junto a la precariedad y el desempleo, que constituyen un panorama que no vacila en definir como "desolador", Godio advierte una oferta, "no muy extendida, de empleos de calidad o regulados por normas de trabajo más actualizadas, aunque con una brecha real entre las demandas referidas a las calificaciones y los niveles de remuneración. La tendencia determina en el futuro una exigencia de nuevas calificaciones y de trabajadores cada vez más polifuncionales".
Los nuevos empleos están ligados claramente a las nuevas tecnologías. La primera demanda laboral de los últimos cinco años que ocupa casi 60% del mercado es la de especialistas en sistemas; le siguen las tareas de administración relacionadas con las nuevas tecnologías en materia de organización y, en tercer lugar, puestos laborales ligados a las industrias. Otro ítem a tener en cuenta en cuanto a los nuevos oficios es el teletrabajo, una tendencia mundial en constante crecimiento: en Europa existen hoy 10 millones de teletrabajadores, que representan 6% del total de la fuerza laboral. Se estima, además, que esa cifra se duplicará en una década.
"Ahora hay que gastar en tecnología para poder estar en el mercado", asevera Kritz. "Ese es el gran dilema de la clase media, que siempre estuvo en la vanguardia y hoy está perdiendo un tren que va cada vez más rápido. Las técnicas comerciales cambiaron totalmente, tanto que un gerente de línea media de una empresa, por ejemplo, se ve obligado a volver a la facultad, como para empezar."
Las encuestas realizadas por SEL, entre los meses de agosto del '99 y noviembre del 2000, aportan datos reveladores respecto de las nuevas tecnologías y su relación con los usuarios: en los sectores medios de las mayores ciudades del país, menos de 30% tiene una computadora, y sólo 7% está conectado a Internet (algo más de dos millones de usuarios). Héctor Recalde, abogado laboralista y jefe de abogados de la CGT rebelde, aporta más datos que parecen complementar las investigaciones de SEL, principalmente en lo que toca a las empresas y a la escasa capacitación. "La generación de nuevos empleos por parte de la tecnología sostiene no es una característica generalizada en el país. Según una encuesta de la Universidad de Quilmes, entre más de 700 empresas muy representativas del ámbito nacional, sólo la mitad tenía computación. Y no estoy hablando de algo sofisticado. De ese universo, además, sólo 20% había impartido alguna vez un curso de capacitación para su personal.
En el rubro "horas de capacitación asignadas por año por empleado", nuestro país ocupa el penúltimo lugar en América latina, con 26 horas (debajo de la media que es 37). Entonces, más allá de que haya nuevos puestos de trabajo e incorporación de tecnología en algunas empresas de punta, el avance tecnológico es relativo y para muy pocos, y hay muy poca capacitación".
El aumento concentrado de la informática y la escasa capacitación frente a mayores e inéditas calificaciones laborales, coexisten en la Argentina con la necesidad de inversión personal en tecnología para enfrentar las nuevas demandas de un mercado de trabajo que genera importantes cambios en sus estructuras, mientras se achica incesantemente. Se trata de nuevas exigencias y desafíos laborales, y de cifras alarmantes para un país que exhibe el triste récord de que su economía sea la de más bajo crecimiento en el mundo.
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