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LIDERAZGO
El
buen liderazgo es una de las actividades humanas que
más se valoran. Ser conocido como un buen líder es un
gran elogio -tanto para un chico dentro de la escuela,
como para los grandes líderes corporativos, políticos
o dirigentes-. refleja el talento de reunir a la gente,
de lograr que trabajen juntos eficientemente en pos
de un objetivo común, que se ayuden entre ellos, que
dependan del otro, que confíen en el otro. Crea la esperanza
cálida y gratificante de formar parte de un equipo,
una organización o nación exitosa, de ser un ganador
en colaboración con otros ganadores. Y a todo el mundo
le gusta ganar.
Pero
tambien se cree que el buen liderazgo es una de las
actividades humanas más misteriosas. Esta opinión comprende
la noción de carisma (o su pariente más cercano, el
estilo), que divinamente otorga el magnetismo y talento
que poseen algunas personas especiales y que les permite
-casi en forma mágica- ganar la firme devoción de los
demás y lograr que trabajen juntos. Esta visión más
común es desalentadora porque se centra en el principio
de que Dios le da a un individuo solo una cuota limitada
de personalidad de liderazgo, esa persona tiene que
conformarse con ofrecer esa cuota de liderazgo durante
toda su vida.
Sin embargo
nosotros sostenemos que ese punto de vista no solo es
desalentador, sino que tambien es simplemente incorrecto.
Para
demostrar el porque podría estar equivocada esta visión
de liderazgo basada en la personalidad carismática,
y para bajar el liderazgo a tierra y tratarlo como la
actividad habitual y directa que es, hay que aclarar
dos puntos esenciales.
El primer
punto es que rara vez se define con precisión el concepto
de liderazgo. Lo definiremos de la siguiente manera,
y utilizaremos el termino solo de esa forma:
El liderazgo
es aquel proceso mediante el cual una persona determina
el objetivo o dirección de otra u otras personas, y
logra que ellas se conduzcan juntas con él y juntas
entre sí en esa dirección con habilidad y total compromiso.
Esta
definición de liderazgo como proceso explica de que
se trata el liderazgo. No trata de describir como es
el proceso para lograrlo, o cuales son las características
mentales y condiciones organizacionales necesarias para
hacerlo.
El segundo
punto es que el liderazgo no es una actividad independiente:
es una función, entre muchas, que aparece en algunos
roles, no en todos.
Este
segundo punto surge del concepto fundamental y evidente
de que todas las relaciones entre personas se desarrollan
dentro de un marco de relaciones establecidas entre
roles. Esas relaciones entre roles determinan las reglas
básicas -la autoridad y responsabilidad mútua- que nos
permiten saber donde estamos parados frente a los demás.
Las relaciones
entre roles se establecen por razones sociales. Son
ejemplos las relaciones padre-hijo, gerente-subordinado,
maestro-alumno, etc. Pero, aunque parezca desconcertante
y vaya en contra de lo que casi todo el mundo piensa,
no ocurre lo mismo en una relación entre roles lider-seguidor
independiente y separada.
Hay muchos
roles que como parte de sus funciones acarrean resposabilidad
del liderazgo. Directivos, gerentes, maestros, todos
lo hacen.
Es interesante
analizar esta última sensación. Parecería que cuando
tenemos a alguien en un rol con responsabilidad de liderazgo
y cuando esa persona es extraordinariamente hábil en
ese rol, ocurren dos cosas. Primero, la gente esta feliz
de seguirlo. Segundo, de la sensación de que la gente
quiere hacerlo surge otra sensación: que la persona
esta dotada de determinadas cualidades personales de
liderazgo. En otras palabras, en circunstancias donde
tenemos una persona que tiene gran habilidad en su rol
con responsabilidad de liderazgo, el efecto es la unión
de la gente, esta unión toca toda las partes más recónditas
de nuestros valores para favorecer la cohesión social.
Equivocadamente,
tendemos a asociar esas cálidas sensaciones con las
cualidades personales de nuestros líderes, en vez de
hacerlo con la habilidad efectiva.
EL PROCESO
DE LIDERAZGO EN EL ROL
En resumen,
nuestro tema es que el liderazgo no sucede en un vacío,
sino en un marco de relaciones entre personas. En forma
similar, las relaciones entre personas no surgen en
vacío, sino que siempre dentro de alguna clase de relación
entre roles, es decir, dentro de la estructura social.
Para
nosotros todos son capaces de ejercer un liderazgo efectivo
en roles que conllevan responsabilidad de liderazgo,
siempre que valoren el rol y sean capaces de cumplir
con los requisitos básicos de ese rol, y siempre que
ese rol esté adecuadamente estructurado y la organización
cuente con prácticas adecuadamente instituidas.
RESPONSABILIDAD
DE LIDERAZGO Y AUTORIDAD
El uso
descuidado del termino "líder" crea problemas
y confusión al momento de estudiar las distintas clases
de capacidad necesarias para ejercer el liderazgo: la
primera capacidad es la que requiere para cumplir con
todo el trabajo inherente al rol y mantener las relaciones
entre roles, de donde surge la responsabilidad de liderazgo.
La importancia de este hecho pasará a ser aparente cuando
analicen las condiciones necesarias para que el liderazgo
sea efectivo en los diferentes tipos de rol. Para, hacerlo
hay que dejar en claro la naturaleza de los roles y
las relaciones entre roles.
Los roles
que ocupamos determinan la estructura dentro de la que
nos conducimos en relación con el otro. Nos indican
que podemos esperar del otro cuando trabajamos juntos,
jugamos juntos, vivimos juntos. Esos limites se fijan
especialmente con las responsabilidades y autoridades
propias del rol.
Las "responsabilidades"
son aquel aspecto de un rol que indica que cosas debe
hacer su ocupante en virtud del rol. El cumplimiento
exitoso de esas tareas generalmente conduce a un reconocimiento
positivo por parte de la persona o personas que establecieron
el rol. La no realización de las tareas provoca alguna
clase de reconocimiento negativo.
Las "autoridades"
son aquel aspecto de un rol que permite que la persona
en el rol actúe legítimamente para llevar a cabo las
responsabilidades que le fueron asignadas. Para liberar
de responsabilidades, la persona debe tener la autoridad
adecuada, es decir, autoridad con respecto al uso de
recursos materiales o financieros o con respecto a otras
personas.
Sin embargo,
un punto importante es que la autoridad que confiere
un rol nunca es suficiente para que sea posible obtener
la colaboración total de aquellos sobre los que recae
la influencia.
Los padres
deben ganarse el amor y respeto de sus hijos, los gerentes
deben ganarse la confianza y respeto de sus subordinados,
y los representantes electos deben ganarse la confianza
de sus electores. Sin este componente de autoridad que
engendra confianza y respeto, la eficacia del liderazgo
disminuye, no será una perdida total, pero tampoco dará
resultados extraordinarios. Por lo tanto, hay que estudiar
más en detalle el posible significado de esta distinción
entre autoridad inherente al rol y la autoridad que
se adquiere personalmente como resultado del comportamiento
dentro del rol.
AUTORIDAD
INHERENTE Y AUTORIDAD ADQUIRIDA
Vamos
a concentrarnos en la autoridad respecto de las otras
personas con las que estamos conectado en virtud de
una relación entre roles. Es más fácil analizar la autoridad
respecto a otras personas si se la compara con la autoridad
respecto de los recursos materiales y financieros.
El rol
que ocupamos confiere la autoridad necesaria. Tenemos
esa autoridad en virtud del rol. Usamos la autoridad
como la necesitamos, y eso es así. No necesitamos ganarnos
la confianza o el respeto de los recursos materiales
o financieros.
Sin embargo,
en este caso de la autoridad respecto de otras personas,
el tema es totalmente diferente. Debemos tener cierta
autoridad para lograr que se haga el trabajo. Es esta
autoridad inherente al rol la que nos permite ordenar
a otros que hagan las cosas, por ejemplo, que nos escuchen,
o que tomen nota de lo que decimos, o hasta que cumplan
nuestras directivas o instrucciones.
La autoridad
inherente al rol, debidamente empleada, debería ser
suficiente para producir un resultado mínimamente satisfactorio
por parte de los subordinados. Lo que no se puede hacer
es lograr la cooperación entusiasta y total de los demás.
Para lograrlo es necesario complementar la autoridad
inherente con el apoyo total de las personas, en otras
palabras, ganando lo que denominamos autoridad adquirida
personalmente.
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