Los próximos
años serán testigos de una evolución muy acentuada que
se producirá en el mundo de las organizaciones. El futuro
del dirigente será prometedor, pero sólo para aquellos
que lleven en la sangre la profesionalidad con todo
lo que esto acarrea. Han de poseer una organización
muy eficaz y disponer de una cultura "muy al día",
pendientes de todos los acontecimientos que les rodeen.
Las informaciones de todo tipo, en las cuales se basarán,
han de ser inmediatas y gracias a ésto podrán aguantar
el ataque del futuro. Tendrá que estudiar, constantemente,
nuevas formas de actuación cada vez más sofisticadas,
aún cuando todas tengan los mismos principios que ahora:
buscar las satisfacción de los dirigidos.
Los directivos
son los enlaces más importantes que existen dentro del
organigrama de una Organización. Su papel, en la actualidad,
es muy variado pues va de ser un creador de flujo de
trabajo, pensando como un líder para sus compañeros
y llegando a ser un ejemplo dentro y fuera del sistema.
Como líder puede ejercer distintos tipos de influencia
y de poder. El futuro exigirá a los dirigentes una mayor
dedicación en la dirección de proyectos y por lo tanto,
deberá emplear más su tiempo en la creación de los procesos
de flujos de trabajo. Tendrá que estar continuamente
replanteándose los cambios organizativos, éstos aumentarán
teniendo que apoyarse firmemente en sus destrezas sociales.
Su preparación ha de ser más amplia y al mismo tiempo
más técnica para que pueda atender conjuntamente diversos
regímenes de trabajo. En definitiva, no podrá confiar
sólo en el poder que le confiere su cargo.
Deberá
existir una tendencia en los dirigentes a dejarse enseñar
para recibir una mayor capacitación que, más tarde,
redundará en beneficio propio y de su Organización.
Los dirigentes
se han de esforzar de un modo definido a deshechar las
ideas y los hechos anticuados, han de evolucionar con
el tiempo y tendrán que reemplazar esas ideas y hechos
por otros más modernos, o se sentirán desfasados dentro
del nuevo sistema de las organizaciones.
Cada
dirigente deberá convertirse en un experto en ordenadores
y en la ciencia del comportamiento y tendrá, por lo
tanto, que estar más familiarizado con estas cuestiones
que el dirigente actual. Deberá ser capaz de tomar decisiones
a pesar de que muchos datos no los conozca y luchará
con los datos vagos e imprecisos.
Necesitará
mejorar su aptitud para identificar y poder diagnosticar
los problemas que continuamente se le planteen.
El dirigente
del futuro tendrá que ser consciente que su trabajo
forma parte de un conglomerado. La organización moderna,
poco a poco se va constituyendo en más compleja. En
un futuro los dirigentes tendrán que negociar más de
lo que lo hacen en la actualidad con otras grandes organizaciones
y con entidades oficiales.
Como
la sociedad futura será una sociedad más profesionalizada,
el dirigente tendrá que ser consciente de que se deberán
proporcionar más oportunidades de satisfacer necesidades
del ego y de la estimación, pues en todos los niveles
de la organización, los individuos buscarán una mayor
satisfacción de esas necesidades. Los individuos siempre
están motivados por su propio conjunto de necesidades.
Indicaremos
seis puntos a tener en consideración:
1-
El dirigente del futuro deberá tener un conocimiento
de la Psicología Social y de las Ciencias Sociales
más profundo.
2-
Deberá ser una persona capaz de fundir en un todo
la informaciones, las distintas tecnologías y los
recurso humanos.
3-
Las políticas gubernamentales influirán, cada vez
más, en las Organizaciones .
4-
Deberán las propias Organizaciones, preparar a los
dirigentes del futuro.
5-
Se dispondrá de más tiempo para tomar decisiones importantes,
al estar casi todos los puntos de rutina mecanizados.
El ordenador irrumpirá con gran fuerza en las Organizaciones.
6-
Las aptitudes de los componentes de las Organizaciones
serán más fluidas y éstos se adaptarán con más flexibilidad.
En definitiva,
el mundo del futuro nos deparará más libertad personal,
más autonomía y más independencia. El trabajo del dirigente
del futuro será más complicado y difícil, con muchas
dificultades y con el riesgo de quedarse anticuado.
Antes
hemos dicho que "los individuos siempre están motivados
por "su" propio conjunto "particular"
de necesidades".
Dado
que la motivación es un proceso interno del individuo,
sólo puede ser aprovechado por otra persona (el dirigente)
si ésta altera la situación. El directivo a través de
sus profundos conocimientos de Psicología Social, deberá
conocer a la perfección a todos los individuos para
poder influir sobre ellos y lograr alterar sus situaciones
negativas.
Uno de
los problemas que siguen y seguirán inquietando a los
directivos, es el manejar con eficacia las Organizaciones.
Siempre han existido, dentro de estos grupos, dos fuerzas
y subgrupos opuestos.
El primero
está formado por las personas que son partidarias, a
toda costa, de incluir cambios que modifiquen las estructuras
y los planteamientos existentes. La segunda fuerza son
los que tratan de mantener la situación actual. Los
directivos deben ser capaces de identificar las diferencias
entre unas fuerzas y otras y no deshechar nunca ninguna
de las dos fuerzas, ya que la Organización necesita
de los dos conjuntos de fuerzas opuestas. El primer
grupo permite a la Organización realizar cambios y adaptarse
a ellos; el segundo grupo actúa de freno, limitando
los cambios atolondrados.
Ahora
bien, el buen directivo tendrá que saber de que "rienda"
tiene que tirar con más fuerza, o si debe tensar las
dos a la vez.
Hay que
tener en cuenta que en las Organizaciones se dan múltiples
problemas y conflictos. El perfecto directivo debe prepararse
para ésto y saber solucionarlos con eficacia. Para manejar
los problemas podemos aportar varias formas de actuación:
A)
Hacer frente a los conflictos, una vez recabemos toda
la información necesaria, dando órdenes. "Se
hace esto por que yo lo mando".
B)
Desarrollar una política de "suavidad" o
de "avestruz", no queriendo saber nada y
dejando que los acontecimientos transcurran por sí
solos.
C)
Utilizando la confrontación o enfrentamiento entre
los grupos existentes y haciendo el directivo de moderador,
aportando, entre todos, ideas positivas que logren
arreglar, de la mejor manera posible, los conflictos.
Estaremos
todos de acuerdo que la mejor manera de llegar a un
entendimiento que sea beneficioso para todos es emplear
el tercer punto. Como se suele decir "Hablando
o dialogando se entiende la gente", pero hay que
añadir "siempre que se den circunstancias normales".
Una idea
que debería desterrar el dirigente del futuro es la
de tratar con severidad a los subordinados. Estudios
realizados, demostraron hace tiempo, que los individuos
responden más positivamente si se los trata como personas.
Después de casi medio siglo, algunos directivos no aplican
este método que tan buenos resultados aporta. Pero ¿por
qué? Pues muy sencillo, piensan que si actúan con poca
severidad, su autoridad se ve disminuida considerablemente
y entonces existirán repercusiones negativas.
Un perfecto
directivo debe, también saber esto y, lo que es más
importante, llevarlo a la práctica.
Como
conclusión a este tema es preciso no olvidarse de que
los directivos del futuro no pueden "quedarse atrás"
en sus conocimientos. La vida aumenta y evoluciona a
un ritmo tan acelerado que apenas nos damos cuenta.
Desgraciadamente, sólo lo hacemos cuando ya es tarde
y es necesario hacer un gran esfuerzo para estar a punto.
Conviene no olvidar esto.